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Vivir la Semana Santa de la mano de María

by santaeulalia

La Cuaresma es también tiempo oportuno para crecer en nuestro amor a María la Madre de Jesús, que al pie de la Cruz se entregó Ella misma con Él, por nuestra salvación. Jesús en Juan, el discípulo amado, nos la entregó como Madre.

Estamos ya inmersos en la Semana Santa y aunque esta comenzó oficialmente con la celebración del Domingo de Ramos hay quien ha querido ver en el Viernes de Dolores y Sábado de Pasión, la mejor antesala de la Semana Santa. El pasado viernes celebrábamos una misa en honor de nuestra Madre Dolorosa cogidos ahora de su mano recorramos los Misterios más grandes de nuestra fe que celebraremos con el Triduo Pascual.

¡María, Madre, cuánto tenemos que aprender de Ti, que junto a la Cruz alcanzaste la máxima expre- sión de tu Amor por Jesús, y fidelidad a la voluntad del Padre! Enséñanos la importancia de confiar y de creer, de permanecer firmes en la fe, para vivir como auténticos discípulos de tu Hijo!

¡En estos días santos, Madre, ayúdanos a convertirnos a ser más constantes y fieles en la oración, a meditar y acoger como
hiciste Tú la Palabra de Dios en nuestro corazón.

¡Ayúdanos, María, a seguir los pasos de Jesús, a ser como Él, a crecer en la fe, la esperanza y el amor! ¡Gracias, María, por caminar junto a Jesús en el camino de la Cruz. Gracias Madre, por acompañar- nos en nuestro camino cuaresmal!

Stabat Mater

La madre piadosa estaba
junto a la Cruz y lloraba,
mientras el Hijo pendía.

Cuya alma triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.

Oh, cuán triste y afligida
se vio la Madre escogida,
de tantos tormentos llena.

Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.

Y ¿cuál hombre no llorara
y a la Madre contemplara
de Cristo en tanto dolor?

Y ¿quién no se entristeciera,
piadosa Madre, si os viera
sujeta a tanto rigor?

Por los pecados del mundo
vio Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre;

Y muriendo al Hijo amado,
que rindió, desamparado,
el espíritu a su Padre.

Oh Madre, fuente de amor,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.

Y que por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.

Y porque a amarte me anime
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.

Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.

Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de su pena mientras vivo.

Porque acompañar deseo
en la Cruz, donde le veo
tu corazón compasivo.

Virgen de vírgenes santas,
llore yo con ansias tantas
que el llanto dulce me sea.

Porque tu pasión y muerte
tenga en mi alma de suerte
que siempre sus penas vea.

Haz que su Cruz me enamore;
y que en ella viva y more,
de mi fe y amor indicio.

Porque me inflame y encienda
y contigo me defienda
en el día del juicio.

Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén.

Porque cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.

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