Si contáramos todas y cada una de las bendiciones que Dios nos da, faltarían cifras numéricas. Así es como yo me siento. Bendecido por Dios y destinatario de sus maravillas. No puedo contar todas sus bondades para conmigo, pero sí puedo individuar una de tantas y de especial importancia para mí. Me refiero al regalo que me ha dado de haber compartido este mes en la Comunidad de las parroquias Santa Eulalia de Lians (incluida por supuesto los fieles de la iglesia de Santa Cruz), Dorneda y San Pedro de Nos. Ha sido un mes intenso, maravilloso, excepcional y aunque completo en sus días lo he sentido corto, pues de lo bueno uno no se cansa y siempre quiere más.
Ante esta bella experiencia el “Gracias Señor” y el “hasta pronto amigos” me sale como decimos en Nicaragua con un “torozón en la garganta” y mi corazón y la razón entran en conflictos, pues el primero me dice borra y escribe otra cosa más linda, pues no basta y es poco, y así borro y comienzo otra vez, pero sigo insatisfecho; ante tal dificultad sabiendo que jamás encontraré las palabras elocuentes y ni siquiera adecuadas para deciros Gracias, me resigno a seguir a la razón que me dice: “es cierto, siempre será poco e insuficiente para expresar lo que tú sientes de verdad, y así continúo escuchando su consejo, si buscas perfección en tus palabras para expresar tu gratitud, entonces no escribirás nada y ni siquiera sabrán un poco de todo lo bueno que tú sientes -continua diciéndome- la simplicidad es lo más sofisticado que hay porque a veces la poquedad sólo es apariencia como la pequeñez de una llave que puede abrir una habitación, un almacén y hasta una bóveda llena de tesoros o por ejemplo una simple hebra de cabello que contiene toda la carga genética de un ser humano así que deciros Gracias y tú sabrás lo que contiene esa pequeña palabra”. Muchísimas Gracias, así os lo digo; por todo, por vuestra amistad, por vuestro cariño, en fin por todo. Y que sepáis que este Gracias sólo es una muestra de mi profundo agradecimiento, como cuando se la da probar un pequeño trago al buen catador de vino. Gracias comunidades parroquiales, Don José Carlos, colaboradores y fieles todos en el Señor.
Regreso a Roma más pesado y no sólo por la buena y deliciosa comida gallega, sino también y sobre todo porque los llevó a todos en mi corazón y os aseguro que estaréis presentes en mis oraciones. Espero regresar pronto. Orad por mí por favor. Bendigo y glorifico al Buen Señor y le doy gracias de todo corazón por haberos conocido. Una vez más GRACIAS y que Dios os bendiga.