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Dios no está de vacaciones

by santaeulalia

Muchos son los que, en estos días de verano se tomarán unos días de descanso lejos de sus residencias o simplemente desconectando de sus tareas habituales.
Para eso están las vacaciones: para “desconectar”

Pero corremos el riesgo de “desconectar de más” y olvidarnos de que Dios no tiene vacaciones. Allá donde vayamos habrá una parroquia que comparte nuestra misma fe y esperanza a la que nos podríamos unir en las celebraciones.

Pero no basta la asistencia a la Misa dominical. Con frecuencia, cuanto más tiempo tenemos ( sin horarios de trabajo, escuelas) menos le dedicamos a Dios.

En verano debemos cuidar no solo el cuerpo con el relax y el descanso si no también nuestra alma con nuestro plan de vida espiritual.

La finalidad del programa de vida se concreta en encauzar y ordenar el trabajo espiritual. Requiere: conocimiento personal para detectar la pasión dominante y sus manifestaciones más frecuentes; reconocer también las propias virtudes y fortalezas para avanzar en el camino de la transformación; discernimiento y prudencia para elegir los mejores medios y, sobre todo, una gran “determinada determinación”, como decía Santa Teresa, para alcanzar el ideal propuesto.

Obviamente de nada servirá un programa si no se hace vida. Aquí entra muy especialmente la figura del orientador espiritual, quien vigilará y colaborará con el orientado para que trabaje con constancia en su programa, motivando, exigiendo y llevándolo al realismo. La transformación, proceso largo y demorado, depende, a fin de cuentas, del tiempo de Dios para cada alma, independientemente de los deseos personales.

En consecuencia, no podemos pasar estos meses de verano sin cuidar con esmero nuestra vida interior. Como decía: Dios no tiene vacaciones… ¡ Y el demonio tampoco!

 

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