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Evangelio del jueves 12 de julio

by santaeulalia

Mateo 10,7-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.

No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis.

Al entrar en una casa saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo.»

Meditación

El evangelio de hoy presenta el envío de los discípulos a la misión: “Id y anunciad: El Reino del Cielo está cerca”. Deben ir a pregonar la novedad traída por Jesús y hay que hacerlo gratuitamente sabiendo que Él los respaldará.

Al pasar por las líneas del Evangelio nos encontramos cómo el anuncio de la Buena Noticia trae como signo el acoger a los excluidos. El anuncio de la presencia del Reino no es solo mediante palabras y discurso; los signos son concretos: “Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis, dadlo gratis”. La práctica de la caridad y la solidaridad que nace del corazón del creyente evidencia que el Reino de Dios ha sido acogido y está creciendo como el granito de mostaza o la levadura que fermenta la masa. Esta palabra da certeza en que no se pueden separar la fe de la vida, el acto de creer con la vivencia concreta de la caridad.

Quien ha experimentado la bondad del Reino, no solo se siente llamado a compartir la verdad del Evangelio sino que también tiene la certeza de saberse respaldado por el Señor; lo comprendemos cuando Él dice no llevar nada por el camino. A diferencia de los otros misioneros, los discípulos y las discípulas de Jesús no pueden llevar nada: “No os procuréis oro, ni plata, ni cobre en vuestras fajas; ni alforja para el camino “porque el obrero merece su sustento”. La misión no es autoreferencia o seguridad humana; Jesús invita a confirmar en la Providencia Divina, reflejada en la hospitalidad y en la convivencia con las personas. Por su parte los discípulos llevan la paz del Señor.

El mensaje del Evangelio de hoy resuena entre nosotros como una llamada a recibir la novedad de Jesús que nos llama a rescatar aquellos valores que fermentan las relaciones familiares, sociales y de la comunidad de creyentes.

La experiencia de la fe no está encerrada en la sacristía o en una mentalidad individualista o intimista; la fuerza del evangelio nos hace dirigirnos al hermano, moviendo al creyente y a la comunidad a vivir en paz, a romper las exclusiones y a dejar que produzca frutos de caridad fraterna.

P. John Jaime Ramírez Feria

 

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