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Exposición del Santísimo: un encuentro de amor cada jueves

by santaeulalia

Los jueves eucarísticos forman parte de la vida espiritual más profunda y fecunda de la Iglesia. En nuestra parroquia de Santa Cruz, esta práctica de piedad se vive con sencillez, constancia y fe, reuniendo cada semana a un grupo de fieles que, en silencio o en oración, se ponen ante el Señor presente en el Santísimo Sacramento.

Una tradición que brota del corazón de la Eucaristía

La exposición del Santísimo tiene una estrecha vinculación con el Jueves Santo, día en que Jesús instituyó la Eucaristía y el sacerdocio ministerial. Desde entonces, los jueves se convirtieron en un día especialmente eucarístico, un tiempo privilegiado para adorar, agradecer y reparar ante la presencia real de Cristo en el Pan consagrado.

Como recuerda el Ritual de la Sagrada Comunión y del Culto a la Eucaristía fuera de la Misa (n. 81):

“Acuérdense que con esta oración ante Cristo, el Señor, presente en el sacramento, prolongan la unión con Él conseguida en la comunión y renuevan el pacto que los impulsa a mantener en sus costumbres y en su vida lo que han recibido en la celebración eucarística por la fe y el sacramento. Procurarán, pues, que toda su vida discurra con alegría en la fortaleza de este alimento del cielo, participando en la muerte y resurrección del Señor.”

Este hermoso texto nos recuerda que la adoración eucarística no es un acto aislado, sino la prolongación de la Misa: un modo de permanecer en comunión con Jesús, de dejar que su amor transforme nuestro corazón y nuestras obras.

Raíces históricas de una devoción que perdura

La práctica de la adoración eucarística fuera de la Misa comenzó a desarrollarse a partir del siglo IX, en un contexto de reflexión y controversias teológicas sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía.

A lo largo de los siglos, grandes santos fueron verdaderos impulsores de esta devoción:

• San Francisco de Asís, que inculcó a sus hermanos un profundo respeto por la presencia eucarística.
• Santa Clara, que encontraba en la adoración su fuerza y consuelo.
• Santa Juliana de Cornillon, cuya devoción inspiró la institución de la fiesta del Corpus Christi, culmen del amor eucarístico.

Más adelante, el Concilio de Trento (siglo XVI) dio un impulso definitivo al culto eucarístico, promoviendo el nacimiento de cofradías sacramentales dedicadas a organizar procesiones y actos de adoración en honor de Jesús Sacramentado. Una de las más famosas fue la Cofradía de la Minerva, fundada en 1520 por el dominico Tomás Stella en la iglesia romana de Santa María supra Minerva.

Asimismo, en la espiritualidad popular cobró gran fuerza el Ejercicio de las Cuarenta Horas, que recordaba las cuarenta horas que Cristo permaneció en el sepulcro, y que invitaba a turnos continuos de adoración y reparación ante el Santísimo expuesto.

Todas estas expresiones han mantenido viva, a lo largo de los siglos, la devoción al Cuerpo de Cristo, una llama de amor que sigue ardiendo en las parroquias del mundo.

Una práctica viva en nuestra comunidad

En la Iglesia nueva de Santa Cruz, esta tradición cobra vida cada jueves, cuando, después de la Misa de las 19:00 hh., el Santísimo Sacramento queda expuesto para la adoración de los fieles.

Durante ese tiempo, el Señor no está solo: un grupo de personas, de manera silenciosa y orante, acompaña a Jesús Sacramentado, intercediendo por las intenciones personales y parroquiales, y de manera especial, por las vocaciones sacerdotales y religiosas.

No se trata de una práctica para unos pocos, sino de una invitación abierta a toda la comunidad parroquial. Cada uno puede dedicar unos minutos o una hora completa, según sus posibilidades, para estar con Cristo, adorarlo, darle gracias y encomendarle sus preocupaciones y alegrías.

Adorar para transformar la vida

Adorar al Santísimo es mucho más que mirar o rezar ante una custodia. Es dejarse mirar por Jesús, permanecer en su presencia sin prisas, abrir el corazón y dejar que Él hable en el silencio.

La adoración transforma porque nos devuelve la paz interior, nos hace más humildes, y nos impulsa a vivir de manera coherente con la fe que profesamos.

Quien pasa un rato ante el Santísimo vuelve a su vida cotidiana renovado, fortalecido y lleno de esperanza.

La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana, y la adoración eucarística es el respiro del alma que bebe de esa fuente inagotable de amor. Cada jueves, en silencio o en oración, en la penumbra del templo, el Señor nos espera para regalarnos su presencia viva.

Ven y acompaña al Señor.
Dedica un rato a estar con Él, en silencio, en gratitud, en adoración.
Porque quien se arrodilla ante Cristo, puede mantenerse en pie ante cualquier dificultad.

¡Jesús Sacramentado te espera cada jueves!

Lugar: Iglesia nueva de Santa Cruz
Día: Todos los jueves
Hora: 19:30 h (tras la misa de las 19:00 h)

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