El Papa Francisco quiso que este año 2024 estuviera dedicado a la oración.
Un año orientado a redescubrir el gran valor y la absoluta necesidad de la oración en la vida personal, en la vida de la Iglesia y en el mundo, que va a impactar a todo el Universo.
La dimensión orante asume e integra la oración personal, esa llamada a «retirarse a la habitación y orar al Padre en lo secreto» (Mt 6,6), y la abre a la comunidad, que canta las alegrías, suplica por el dolor y hace memoria de la Salvación de Dios en medio de las dificultades.
Francisco ha convocado al Jubileo en el 2025 a toda la Iglesia católica mediante la bula Spes non confundit: “la vida cristiana es un camino, que también necesita momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor
Jesús”.
El grupo de jovenes de la parroquia se está organizando para responder a esta convocatoria y acudir a Roma con jóvenes de todo el mundo como ya hiciesen con en la JMJ Lisboa.
El Jubileo ha sido siempre un acontecimiento de gran importancia espiritual, eclesial y social en la Iglesia. Bonifacio VIII instituyó el primer Año Santo en 1300 —primero cada 100
años, después pasó a 50 años y finalmente 25—. Esta celebración es un don especial de gracia, caracterizado por el perdón de los pecados y por la indulgencia, expresión plena de la misericordia de Dios.
Los fieles, generalmente al final de una larga peregrinación, atraviesan la Puerta Santa y veneran las reliquias de los Apóstoles Pedro y Pablo conservadas en las basílicas romanas.
Millones de peregrinos han acudido a estos lugares santos a lo largo de los siglos.
Se irá publicando el calendario de actividades oportunamente.