En cierta ocasión D Gerardo, obispo de Ciudad Real, hacía una reflexión sobre el Rosario y la oración en familia que resultó ser muy clarificadora para entender porque hoy las familias ya no rezan el rosario como antes.
Todo el mes de octubre está dedicado a María en su advocación de nuestra Señora del Rosario, cuya fiesta celebraremos el lunes día 7. Hablar del mes de octubre como el «mes del rosario», era algo que -hasta hace no mucho tiempo- entendía todo cristiano y no extrañaba a nadie, porque la práctica del rezo del rosario era una experiencia que se vivía en muchas, por no decir en la mayoría de las familias cristianas.
Hoy, si las familias cristianas tuvieran que explicar a otras que no lo son en qué consiste dicha práctica, seguro que encontrarían serias dificultades para hacerlo, por no decir, que no lo lograrían; porque ya se desconoce, porque ya en las familias cristianas tampoco se practica el rezo del rosario.
La familia no lo reza, no porque esta práctica haya dejado de tener validez, sino porque ya no se reza: ni el rosario ni otro tipo de oraciones en familia. Nuestras familias ya no rezan juntas. Es más, cuando la madre o la abuela rezan, lo hacen cuando están solas, cuidando que no esté el resto de la familia delante para no molestar.
El rosario, como lo fue siempre, sigue siendo una oración válida y valiosa, y los que solemos rezarlo lo sabemos, pero para poder entender y descubrir su sentido, antes debemos recuperar el valor de la oración en familia, descubrir lo valiosa que es como experiencia para los hijos.
El paso del tiempo, las costumbres modernas, y la innovación de formas de oración, no pueden dejar a un lado el rezo de Santa Rosario. De hecho, los Santos Padres y los Santos han tenido una profunda devoción a este sacramental, nosotros como católicos y como amantes de la Reina del Cielo hemos de ser fervientes devotos del Rosario.
Es digno de recordar que la familia que reza unida permanece unida, que la recitación piadosa y consciente del Santo Rosario nos traiga la paz al alma y nos una más estrechamente a María para vivir auténticamente nuestro cristianismo.
Invitamos a todos a retomar esa Hermosa devoción tan recomendada por la Iglesia a lo largo de los siglos y que sin duda nos ayudará a crecer en la Fe y en amor a Nuestra Madre y a su Hijo Jesucristo.