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Evangelio del viernes, 12 de octubre de 2018

by santaeulalia

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 11, 15-26

En aquel tiempo, cuando Jesús expulsó a un demonio, algunos dijeron: «Éste expulsa a los demonios con el poder de Satanás, el príncipe de los demonios». Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal milagrosa.

Pero Jesús, que conocía sus malas intenciones, les dijo: »Todo reino dividido por luchas internas va a la ruina y se derrumba casa por casa. Si Satanás también está dividido contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su reino? Ustedes dicen que yo arrojo a los demonios con el poder de Satanás. Entonces, ¿con el poder de quién los arrojan los hijos de ustedes? Por eso, ellos mismos serán sus jueces. Pero si yo arrojo a los demonios por el poder de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios.

Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.

Cuando el espíritu inmundo sale de un hombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo, y al no hallarlo, dice: ‘Volveré a mi casa, de donde salí’. Y al llegar, la encuentra barrida y arreglada. Entonces va por otros siete espíritus peores que él y vienen a instalarse allí, y así la situación final de aquel hombre resulta peor que la de antes».

Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús

Meditación
Jesús, libera a un hombre que estaba poseído por un demonio mudo y esto suscita diversas reacciones entre la gente. Ante el hecho del bien, tres reacciones se hacen sentir: la admiración por los signos obrados, el pedir una señal del cielo pues no estaban convencidos de lo que habían visto, y la acusación de que expulsaba los demonios con el poder del príncipe de los demonios.

Pero, Jesús que conoce lo más íntimo del corazón del hombre no se deja confundir ni por los elogios, ni las pruebas y mucho menos por las acusaciones sin fundamento; Él conserva la paz interior, no enceguece su corazón con la ira, sino que aprovecha la ocasión para poner de manifiesto la incoherencia de sus adversarios que lo atacan, enceguecidos por sus temores y seguridades que les impiden ver el bien obrado a favor de este hombre atormentado.

La liberación de los oprimidos es un signo de la llegada del Reino; la situación se hace ocasión para dejar sentada una verdad importante: Él es el enviado por el Padre que con el poder del Espíritu Santo, vence al Maligno: “yo arrojo a los demonios por el poder de Dios, eso significa que ha llegado a ustedes el Reino de Dios”.

Jesús que ha confiado a la Iglesia la misión de anunciar la Buena Nueva continúa actuando la liberación del hombre. El evangelio de hoy nos conduce a la certeza del poder del Señor que vence el mal; el enemigo ha sido vencido por Jesús y por esto los discípulos de Cristo no tienen miedo; el Señor nos asiste en nuestras luchas, nos concede la liberación de toda opresión, nos da firmeza y nos sostiene en el camino de victoria sobre el poder del mal.

Meditando este evangelio, el Papa Francisco que nos recuerda que no podemos negociar con el demonio; y que la vigilancia es necesaria “porque la estrategia de él es aquella: ‘Te has convertido en un cristiano, ve adelante en tu fe, te dejo, te dejo tranquilo’. Pero luego, cuando te acostumbras y no vigilas tanto y te sientes seguro, voy a estar de vuelta». ¡El evangelio de hoy comienza con el demonio expulsado y termina con el demonio que vuelve! San Pedro lo dijo: “Es como un león feroz, que gira a nuestro alrededor. Le pedimos al Señor la gracia de tomar en serio estas cosas. Él vino a luchar por nuestra salvación. ¡Él ha vencido al demonio! Por favor, ¡no hagamos tratos con el diablo! Él trata de volver a casa, a tomar posesión de nosotros… ¡No relativizar, sino vigilar! ¡Y siempre con Jesús!”

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