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Fiesta de la Sagrada Familia

by santaeulalia

Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia, un día en que la Iglesia nos invita a reflexionar sobre la vida de José, María y el Niño Jesús como modelos para nuestra vida diaria. Desde el principio, esta familia enfrentó peligros, carencias y dificultades, pero la presencia de Dios entre ellos fortaleció su amor y los ayudó a superar cualquier obstáculo. Como familia santa, Jesús, María y José son un reflejo de la Trinidad y un ejemplo de amor verdadero.

Esta fiesta se celebra el domingo después de Navidad y tiene sus orígenes en el siglo XIX en Canadá. En 1920, se extendió a toda la Iglesia. Originalmente, se celebraba el domingo después de la Epifanía. La finalidad de esta celebración es señalar a la Sagrada Familia de Nazaret como «el verdadero modelo de vida» (Colecta) para que nuestras familias encuentren en ella inspiración, ayuda y consuelo.

La oración en familia

Siempre se ha dicho que “familia que reza unida permanece unida”. Orar es una experiencia que los niños deben descubrir y aprender de sus padres. Es importante orar delante de los hijos, venciendo el pudor que a veces nos impide compartir la oración en familia. Cuando los niños ven a sus padres rezar, quedarse en silencio, cerrar los ojos o ponerse de rodillas, entienden la importancia de ese momento. Además, perciben la presencia de Dios como algo positivo, aprenden un lenguaje religioso, hecho de palabras y signos, adoptan ciertas actitudes y comienzan a despertar su inquietud religiosa.

Igualmente importante es rezar con los hijos. No basta con enseñarles a rezar, es necesario hacerlo junto a ellos. Gestos sencillos, repetición de fórmulas, algún canto, momentos de silencio, y la lectura del evangelio con un tono pausado les ayudará a descubrir la oración como algo bueno y natural en la vida familiar.

También es crucial rezar por los niños. El hecho de que los hijos oigan a sus padres rezar por ellos o que ellos mismos recen por la familia, es una muestra del cariño que busca el bien del amado. Los niños saben que pueden confiar en sus padres y, cuando ellos no pueden, confían en el amor de Dios. Dormirán tranquilos sabiendo que están en las manos amorosas de sus padres y de Dios. No olvidemos que los niños oran como ven orar a sus padres.

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