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Evangelio del miércoles, 26 de junio de 2019

by santaeulalia

Lectura del santo evangelio según san Mateo 7, 15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:-«Cuidado con los falsos profetas; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. A ver, ¿acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos? Los árboles sanos dan frutos buenos; los árboles dañados dan frutos malos. Un árbol sano no puede dar frutos malos, ni un árbol dañado dar frutos buenos. El árbol que no da fruto bueno se tala y se echa al fuego. Es decir, que por sus frutos los conoceréis.

Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Meditación
La fuerza del contenido de la enseñanza de Jesús radica en que sus Palabras están acompañadas de sus gestos y en su manera de relacionarse con las personas. Ahora el lector se encuentra con las recomendaciones finales del sermón del Monte de las Bienaventuranzas: escoger el camino recto, dar buenos frutos, los profetas se conocen por los frutos, no sólo hablar, sino practicar, construir la casa sobre la roca, tener una nueva conciencia.

En el tiempo de Jesús se levantaban profetas de todo tipo, personas que anunciaban mensajes apocalípticos que confundían las personas; también hoy, como en el tiempo de los Apóstoles, se presentan anunciadores de doctrinas llamativas (cfr. Hebreos 13,9) que mueven a las gentes, como “niños sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error” (efesios 4,14). Por dicha razón la advertencia del Señor es muy fuerte. Requiere discernimiento y firmeza en la opción de fe que se ha hecho.

“Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y arrojado al fuego. En el evangelio de Juan, Jesús completa la comparación: “Si alguna de mis ramas no produce fruto, él lo corta; y limpia toda rama que produce fruto para que dé más. Esas ramas son arrojadas fuera y se secan como ramas muertas.” (Jn 15,2.4.6).

Leyendo este evangelio el Papa emérito Benedicto XVI decía: “¡Queridos hermanos, acojamos la invitación a la vigilancia, a la que tantas veces nos llaman las Escrituras! Es la actitud de quien sabe que el Señor volverá y querrá ver en nosotros los frutos de su amor. La caridad es el bien fundamental que nadie puede dejar de hacer fructificar y sin el cual todo otro don es vano. Si Jesús nos ha amado hasta el punto de dar su vida por nosotros, ¿cómo podríamos no amar a Dios con todas nuestras fuerzas y amarnos de verdadero corazón los unos a los otros? Sólo practicando la caridad, también nosotros podremos participar en la alegría del Señor. Que la Virgen María sea nuestra maestra de laboriosa y alegre vigilancia en el camino hacia el encuentro con Dios”.

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