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Evangelio del Lunes, 17 de diciembre

by santaeulalia

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1,1-17

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el rey. David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz al Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amás, Amos a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia. Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaguín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquirn, Aquim a Eflud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matan, Matan a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce.

Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Meditación
El comienzo del evangelio según san Mateo nos presenta la genealogía de Jesús que define su identidad. Al leerla encontramos el calculo de tres bloques por 14 generaciones; recordemos que tres es el número de la divinidad, catorce es el doble de siete y siete es el número de la perfección. Con esto Mateo nos enseña la conviccion de los primeros cristianos: Jesús aparece en la tiempo establecido y con él la historia llega a su plenitud.

Cuando Mateo escribe que Jesús es el hijo de David, lo presenta como la respuesta de Dios a las promesas esperadas por el pueblo judio; y cuando dice que es el hijo de Abrahán lo confiesa como la fuente de salvación para todas las naciones. Así tanto de los judíos como los no judíos Jesucristo, el Dios con nosotros, colma las esperanzas de salvación.

Otra cosa que sorprende en esta genealogía es la mención que se hace de cinco mujeres: Tamar, Raab, Ruth, la mujer de Urías y María. Las cuatro primeras son extranjeras: Tamar una viuda cananea, Raab una prostituta cananea que ayudó a los Israelitas a entrar en la Tierra Prometida, Ruth, una Moabita, viuda y pobre, optó por quedarse al lado de Noemí y adherir al Pueblo de Dios, Betsabé, una Hitita, mujer de Urías, fue seducida, violentada y quedó embarazada por el rey David. Y en la plenitud Mateo presenta a María, la Madre de Jesús en quien son rescatadas todas las generaciones.

Comenta el Papa Francisco: “Una vez oí que alguien decía: ‘¡Esta cita del Evangelio parece la lista telefónica!’ Y no, es otra cosa: esta cita del Evangelio es historia y tiene un argumento importante. Es pura historia porque como decía san León Papa, Dios ha enviado a su Hijo. Y Jesús es consustancial al Padre, Dios, pero también consustancial a la Madre, una mujer. Dios se ha hecho historia. Dios se ha querido hacer historia. Está con nosotros. Ha hecho el camino con nosotros. Después del primer pecado en el paraíso Él tuvo esta idea: hacer el camino con nosotros. Ha llamado a Abraham, el primer nombrado en esa lista y lo invitó a caminar. Y Abraham comenzó ese camino. Después Isaac, Jacob, Judá. Así va este camino en la historia. Dios camina con su pueblo. Dios no ha querido venir a salvarnos sin historia. Él ha querido hacerse historia con nosotros. Una historia que va de la santidad al pecado. En esta lista hay santos, pero también hay pecadores”.

Al hacer el recorrido desde Abrahán y los patriarcas, pasando por los reyes, hasta María, nos sorprende el misterio de la salvación. El llamado de Dios en la historia es pura gratuidad y generosidad. En la genealogía se entrelazan la fidelidad de Dios y el pecado del hombre, la persona humana herida por el pecado y la salvación para todos los hombres en Jesucristo el Señor.

Nos corresponde acoger el mensaje de San Mateo que nos confirma la fe en Jesucristo, de quien viene la salvación y la penitud de la historia. Nos anima la confirmación de la fidelidad de Dios que “tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo Unico, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tanta vida eterna” (Jn 3,16).

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