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enero 2021

  • Os saludo cordialmente, con afecto y cercanía, en el Señor, el Buen Pastor, e invocando la intercesión del Apóstol Santiago, en este Año Santo apenas iniciado.

Cuando Dios nos llama, por medio de la Iglesia, a servir al Pueblo de Dios, uno no puede menos que sentir que la tarea encomendada excede las capacidades personales y que nadie está preparado cuando se le confía una responsabilidad así. Por eso, ante todo, agradezco al Señor que, por medio del Papa Francisco, haya confiado en mí para ejercer el ministerio episcopal al servicio de la Iglesia en Santiago de Compostela y del Arzobispo que la preside como pastor, Don Julián Barrio Barrio. Llego a vosotros tras casi 28 años como presbítero de la Iglesia en Ourense, una diócesis de larga y secular historia, en la que nací y crecí en la fe como cristiano y sacerdote. Fui aprendiendo de sus fieles y de cada una de las parroquias en las que ejercí el ministerio sacerdotal, de mis hermanos en el Presbiterio, de las comunidades de vida consagrada, de tantos laicos en los que he reconocido un servicio generoso a la Iglesia, de un pueblo de Dios sencillo y hondo en su fe, vivida y celebrada de un modo tan rico y diverso. Y un agradecimiento especial, al Obispo de esta Iglesia ourensana, Don Leonardo Lemos Montanet, con el que he colaborado en su ministerio pastoral como Vicario Episcopal para la Nueva Evangelización.

En estas circunstancias, soy muy consciente de mis debilidades y limitaciones. Son momentos para ejercer la confianza en Dios, y descubrir con gozo que Él nos da su gracia cuando nos llama a servir con más entrega al Pueblo de Dios.

Sois una Iglesia en la que convergen, desde hace siglos, caminos de peregrinación que llevan hasta la Puerta Santa y conducen a la tumba de Santiago el Zebedeo. Pero también son muchos los caminos que recorren la vida de la Archidiócesis de Santiago de Compostela y que tendréis que enseñarme a descubrir y conocer. Los caminos que transitan a través de vuestras comunidades parroquiales, que vuestros sacerdotes recorren con generosidad y esfuerzo: desde las dispersas parroquias del mundo rural, hoy tan afectado por la despoblación y el olvido, hasta las presentes a lo largo de la costa, donde el mar acaricia a sus gentes en medio de importantes retos y dificultades; sin olvidarme de los núcleos urbanos de Santiago de Compostela, A Coruña y Pontevedra, de rica historia y abundante vida eclesial. Y también aquellos otros caminos que son los Seminarios Diocesanos, los grupos y movimientos de apostolado seglar, las comunidades de vida consagrada, la acción de Cáritas y sus voluntarios.  Sin olvidar a nadie, todos y cada uno de los caminos que atraviesan, con sus gozos y esperanzas, tristezas y angustias (cf. GS 1), la vida de cada uno de vosotros, de vuestras familias y, especialmente, de los que más sufren a consecuencia de la crisis sanitaria y social que estamos viviendo en estos momentos.

Desde hace casi un año, vivimos una situación dramática provocada por la irrupción de la pandemia del COVID-19. Ha cambiado nuestras vidas y modo de relacionarnos, ha provocado dolor y sufrimiento en muchas personas, familias y colectivos sociales, ha modificado el modo de celebrar y vivir la fe, ha generado una ola de solidaridad con los más afectados, ha mostrado un esfuerzo notable y generoso del personal sanitario, de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, de las autoridades civiles y sanitarias, de tantos hombres y mujeres que, con su trabajo, hacen posible que se mantengan los servicios esenciales en nuestra sociedad. Y de tantos sacerdotes, religiosos y laicos que sois el rostro visible y concreto de una Iglesia en salida, con estilo samaritano, hacia nuestros hermanos más necesitados. Ante esta situación, como cristianos, en palabras del Papa Francisco, caminemos en esperanza por las semillas de bien que Dios sigue derramando en la humanidad y asumamos que, ante este reto y siempre, nadie se salva solo (cf. Fratelli tutti 54-55).

Un cordial y afectuoso saludo a todas las autoridades civiles, políticas, académicas, judiciales, militares y a los agentes sociales, así como a tantos hombres y mujeres de buena voluntad, creyentes y no creyentes, cristianos y no cristianos, con el deseo de trabajar juntos, desde el respeto y el diálogo, en favor del bien común de las gentes y pueblos de la Archidiócesis de Santiago de Compostela.

Abierta la Puerta Santa del Año Jubilar Compostelano, encomiendo el ministerio, al que he sido llamado para serviros, al apóstol Santiago, a María nuestra Madre en sus advocaciones del Rosario, del Portal y de la Peregrina, y a San José, Patrono de la Iglesia Universal, en este año a él dedicado.

Que Dios os bendiga.

Francisco José Prieto Fernández
Obispo Auxiliar electo de la Archidiócesis de Santiago de Compostela

 

28 enero, 2021
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La Santa Sede ha hecho pública la designación del sacerdote Francisco José Prieto Fernández

La Archidiócesis compostelana, y su arzobispo, monseñor Julián Barrio, agradecen vivamente al papa Francisco el nombramiento del sacerdote Francisco José Prieto como nuevo obispo auxiliar de Santiago, noticia que este mediodía ha dado a conocer la Santa Sede.

La Archidiócesis acoge con afecto al nuevo obispo auxiliar electo, a quien felicita cordialmente, y ya desde ahora ofrece sus oraciones para que, bajo el patrocinio del Apóstol Santiago y la intercesión de María Santísima, pueda desarrollar el ministerio episcopal que se le ha encomendado.

Su preparación y disponibilidad contribuirán en este Año Santo Jacobeo tan especial, sin duda alguna, a la labor de acogida espiritual de los peregrinos.

Curriculum vitae del nuevo obispo auxiliar

 

28 enero, 2021
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  • Carta Pastoral del arzobispo para el Domingo de la Palabra, una celebración instituida por el Papa Francisco

En una Carta Pastoral dedicada al Domingo de la Palabra, que se celebrará este próximo día 24 de enero, el arzobispo compostelano, monseñor Julián Barrio, invita a todos los diocesanos a hacer “silencio en nuestro interior para escucharla y meditarla”, al tiempo que asegura que “desconocer la Escritura es desconocer a Jesucristo”, tal y como escribía San Jerónimo. “Preguntémonos”, interpela monseñor Barrio, “¿qué lugar ocupa en nuestra vida la Palabra de Dios?”. La celebración de este Domingo de la Palabra es una iniciativa del Papa Francisco y se ha fijado en el III Domingo del Tiempo Ordinario. En su carta, el arzobispo recuerda que “los cristianos hemos de contemplar la Palabra de Dios como sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de la fe, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual”.

“Es preciso comprenderla, poseerla y expresarla con actitudes de fe, de sencillez, de gratuidad y de constancia ya nos llame al desierto o al Tabor. Dios ha escondido en su Palabra variedad de tesoros para que cada uno pueda enriquecerse. Hemos de leer la Palabra de Dios como fuente de verdad que determina los contenidos de fe y como guía pedagógica del proceso que ha de alumbrarla. Ante la ambigüedad de los hechos la Palabra de Dios permite conocer el verdadero sentido”, explica en su Carta Pastoral el arzobispo compostelano.

Como se sabe el Papa Francisco instituyó el 30 de septiembre del año 2019 con la Carta Apostólica en forma de Motu proprio “Aperuit illis” el Domingo de la Palabra de Dios. El 19 de diciembre pasado, La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó una nota para “recordar algunos principios teológicos, celebratorios y pastorales sobre la Palabra de Dios proclamada en la Misa”. El documento tiene por objeto contribuir a despertar la conciencia de la importancia de la Sagrada Escritura para la vida de los creyentes, especialmente en la liturgia, “que los coloca en un diálogo vivo y permanente con Dios”.

 

23 enero, 2021
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La enfermera y catequista de nuestra parroquia Monica Pérez Taboada hace un llamamiento a la ciudadanía a extremar las medidas de protección de toda la ciudadanía ante la tercera ola de esta pandemia que estamos padeciendo.

¡ Gracias a todos los sanitarios por su trabajo!

 

22 enero, 2021
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“El que permanece en mí y yo en él, ese dará fruto abundante” (Jn 15, 5)

Queridos diocesanos:

Siguiendo vivo el eco de la Navidad y del ya iniciado el Año Santo Compostelano, la Iglesia nos llama a celebrar el Octavario de Oración por la unión de los cristianos desde el 18 al 25 de Enero. Este año han sido las Hermanas de Grandchamp, comunidad monástica, grandes defensoras del ecumenismo espiritual, quienes han preparado los materiales para las celebraciones de estas jornadas. Han elegido como lema: “El que permanece en mí y yo en él, ese dará fruto abundante”, evocándonos la imagen del sarmiento unido a la vid para poder fruto. 

Nuestra unión con Cristo

Hemos de seguir afrontando el trabajo ecuménico desde la humildad de quien sabe que sin Jesús no podemos hacer nada, dando pasos para que haya un solo rebaño y un solo pastor y teniendo en cuenta que somos unos pobres siervos y ojalá hagamos lo que tenemos que hacer. El texto del pasaje evangélico que proponen a nuestra consideración confirma que estamos vinculados a un origen que nos da fuerza para producir frutos. La exigencia es permanecer en este origen: “Permaneced en mí y yo en vosotros” (Jn 15,4). No hacerlo conlleva secarse, ser cortado y echado al fuego como el sarmiento separado de la vid. Dios Padre procura la unidad del Hijo con sus miembros que somos nosotros. Esta unidad es el acontecimiento central del mundo y de su historia y es tan estrecha que no caben medias tintas. El sarmiento o está unido a la cepa o está separado de ella. Buena clave para interpretar nuestra preocupación ecuménica: “Sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15,5).

Escribía San Juan Pablo II que “la Iglesia no tiene otra vida fuera de aquella que le da su Esposo y Señor” (RH, 18). Ser cristiano es “vivir en Cristo y dejarse vivir por Cristo, vitalmente incorporados a Él” (cf. Col, 3,3).

Esta conciencia evitará caer en el riesgo del puro voluntarismo al implicarnos en el compromiso de que se cumpla la voluntad de Jesús en la última Cena: “Para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos sean también uno en nosotros para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17,21).

Estamos llamados a promover la reconstrucción de la unidad entre todos los cristianos pues la división contradice la voluntad de Cristo. La unión vital con Él, la acción de la gracia y la fidelidad al Espíritu Santo son la vivencia con la que hemos de responder a esta exigencia ecuménica. Esta actitud ha de manifestarse caminando en santidad y testimoniando el Evangelio para hacer crecer la comunión en la unidad: “en la confesión de una sola fe, en la celebración común del culto divino y en la concordia fraterna de la familia de Dios” (UR 2), según el sentir del Concilio Vaticano II.

Exhortación

Me permito recordaros lo que os escribía el pasado año: Sigamos dando pasos con un espíritu misionero en el caminar de la fe de nuestras comunidades e iglesias.

Hagámoslo con la conciencia de que peregrinamos en un camino que viene de Dios, y a Dios lleva, acompañados por Cristo, a quien, como peregrino a nuestro lado, encontramos como los discípulos de Emaús, resucitado de entre los muertos. A Él, el Cordero que nos llama a reconciliarnos, nos dirigimos dejando atrás miedos y derrotismos y sentándonos juntos a compartir la cena cuando la tarde de nuestras dudas, miedos e inquietudes está cayendo. En este Año Santo Compostelano que hemos iniciado, pidamos con el patrocinio del apóstol Santiago, testigo del ruego de Jesús en la última Cena, que no ahorremos esfuerzo por nuestra parte para colaborar en la unión de os cristianos con la oración y con nuestro testimonio cristiano.

En la fiesta del Bautismo del Señor, os saluda con afecto y bendice en el Señor,

+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela

 

 

16 enero, 2021
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“Con Jesús a Nazaret, ¡somos una gran familia!”

Queridos niños y niñas diocesanos:

La Iglesia el día 17 de este mes celebra la Jornada de la Infancia misionera. Cuando todavía percibimos los ecos del nacimiento de Jesús que nos anunciaba el amor de Dios, os escribo para  que fijándoos en Él, le ayudéis a ser mensajeros de ese amor, buena noticia, que ha de llegar a todos los niños del mundo.

Jornada Mundial de la Infancia Misionera

Este año vamos con Jesús a Nazaret, para descubrir cómo discurría su vida junto a María y José en el entorno familiar. Vemos que Jesús, Niño Dios, crece en la sencillez y en la humildad del hogar de Nazaret donde el sol del Amor brillaba todos los días aún en medio de las dificultades. Allí vivió en la obediencia filial a su Padre celestial, dejándose enseñar por María y José. Después de visitar el templo por la fiesta de la Pascua donde escuchó e hizo preguntas a los maestros que admiraron su talento y las respuestas que daba, nos dice el evangelista Lucas que “bajó con María y José y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo eso en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2, 51). Está sujeto a ellos porque María y José están sujetos a Dios. “El núcleo familiar de Jesús, María y José, dice el papa Francisco, es para todo creyente y en especial para las familias, una auténtica escuela del Evangelio… Aquí aprendemos que todo núcleo familiar cristiano está llamado a ser iglesia doméstica para hacer resplandecer las virtudes evangélicas y llegar a ser fermento de bien en la sociedad”. Es necesaria una sana vida espiritual donde se mantenga la presencia de Dios orientándonos con su luz y fortaleciéndonos con su bendición. Decir vida espiritual significa vida de oración, de escucha de la Palabra de Dios, de vida sacramental, de amor a Dios y al prójimo, y de trabajo. El taller de José es símbolo de ese otro taller en el que con Jesús hemos de conformar nuestra personalidad siempre en esa actitud de aprender en la vida de cada día.

¡Somos una familia! Tenemos una familia en el hogar en que vivimos y de la que forman también parte los familiares cercanos. En ella aprendemos a querernos y ayudarnos. Pero tenemos otra gran familia: la Iglesia en la que debemos ocuparnos de nuestros hermanos, especialmente de los más necesitados: la familia es iglesia doméstica y la Iglesia es familia de Dios en el mundo.

Acoger el espíritu misionero nos lleva a salir de nosotros mismos para ir al encuentro de los demás y anunciarles la buena nueva del Evangelio. Siempre me alegra vuestra presencia y participación en la catequesis y conocer vuestras iniciativas e inquietudes. También en esta ocasión quiero recordaros que sois los pequeños misioneros que imitando a Jesús comunicáis que Dios nos ama, una noticia que tiene que llegar hasta el confín de la tierra. Aunque las dificultades no sean pequeñas, no debemos acobardarnos confiando en la providencia de Dios Padre que está siempre pendiente de nosotros. De manera especial en esta pandemia en la que los niños del mundo también se han visto afectados, hemos de pensar en ellos y tratar de ayudarles con nuestra aportación económica.

Jornada de la Infancia Misionera

El papa Francisco recuerda que “la Jornada de la Infancia Misionera es la fiesta de los niños que viven con alegría el don de la fe y rezan para que la luz de Jesús llegue a todos los niños del mundo”. Con Jesús en Nazaret tratad de ser misioneros mirándole y viéndole en los demás niños. No olvidéis que estáis ayudando a millones de niños y niñas que necesitan de vuestra oración, sacrificio y amor, ayudándoles a conocer a Jesús y a tener una buena formación. Ellos esperan vuestra respuesta. Rezamos por los misioneros y misioneras. Os lo agradezco también en su nombre. Pido que el Niño Dios os bendiga a vosotros, a vuestras familias y a nuestra Diócesis. Recemos unos por otros, encomendándonos al patrocinio del Apóstol Santiago el Mayor en este Año Santo Compostelano.

En la Solemnidad de la Epifanía del Señor, con mi afectuoso saludo y bendición,

+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.

 

 

16 enero, 2021
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El sacerdote José Carlos Alonso Seoane jugaba con cierta ventaja. Cuando al explotar la pandemia muchos párrocos tuvieron que “estudiar” las posibilidades de las nuevas tecnologías, el pátter Alonso ya se movía como pez en el agua en redes sociales aunque reconoce que con el canal de Youtube tuvo que ponerse al día.Porque siempre creyó en las nuevas tecnologías como herramienta al servicio de la Palabra de Dios.

Misas por internet

Y esto lo ratifica en sus convicciones:”La mayoría de de los curas están retransmitiendo sus misas por Facebook o Youtube y la gente asiste.Se cerró una puerta y se abrió una ventana. Es cierto que no es lo mismo, pero yo cada día celebro misa para que quien quiera, pueda asistir”.

Y en muchos casos “la gente tiene hambre de Dios y te busca”. Además de que “quiere ser escuchada, y se une a tus oraciones, y eso ayuda a crecer por dentro”.

Entrevista con José Carlos Alonso a partir del minuto 33

Colaboración ciudadana con Cáritas

Alonso asegura que “podemos estar confinados pero la Iglesia nunca está paralizada”. Reconoce que la crisis sanitaria también ha impactado y entre las restricciones y el miedo “el desafecto hacia la Iglesia se aceleró un poco”.

Pero también valora la importante generosidad de los ciudadanos expresada a través de Cáritas.La ayuda social es imprescindible, considera Alonso, en épocas de fallecimientos y enfermedades pero también de paro y de ertes.

Limpiar el pesebre de nuestro corazón

Un tiempo que ha servido para la reflexión:”La gente hizo limpieza de armarios, pero en este tiempo también pensó.Cuando pasa lo vano, empezamos a pensar en lo importante. Y tuvimos tiempo para limpiar el pesebre de nuestro corazón”.

 

Fuente: www.adiantegalicia.es

15 enero, 2021
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