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27 noviembre, 2019

Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,12-19
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Meditación
Continuamos la meditación del discurso iniciado ayer, en el que el Señor invitaba a la comunidad a tener cuidado para no dejarse engañar y a no tener miedo; hoy el discurso conduce al creyente a situarse en los hechos que vive y a no perder la fe en Dios, perseverando y dando testimonio en toda ocasión.
Jesús de camino a Jerusalén había dicho a sus discípulos que ellos debían compartir su destino, es decir, ser perseguidos, acusados y padecer, incluso, la muerte por su causa. El evangelista Lucas nos comparte lo que estaba viviendo la comunidad cristiana. El Libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra las continúas persecuciones sufridas por la Iglesia; San Pablo comparte el testimonio de su sufrimiento por causa del Evangelio: “Cinco veces recibí de los judíos cuarenta azotes menos uno. Tres veces fui azotado con varas; una vez apedreado; tres veces naufragué; un día y una noche pasé en el abismo; trabajo y fatiga; noches sin dormir, muchas veces; hambre y sed; muchos días sin comer; frío y desnudez…En Damasco, el etnarca del rey Aretas tenía puesta guardia en la ciudad de los damascenos con el fin de prenderme” (2Co 11, 24-32).
El discurso que venimos meditando no es una palabra de desánimo para los discípulos; al contrario, de estos acontecimientos brota la vida; no son palabras de temor, sino de esperanza porque el creyente descubre que en medio de las persecuciones y adversidades hay una verdad que sostiene e invita a seguir avanzando: “¡Dios está con nosotros!, en nuestras luchas Él nunca nos abandonará”.
En la persecución, los cristianos convencidos de su fe encuentran una oportunidad para cumplir la misión de testimoniar con valor su amor a Dios y a la Iglesia. Y esta realidad continua siendo vigente; recuerdo a una joven de mi parroquia que compartía la persecución que le hacían en su trabajo porque era creyente; su fe católica la comprometía a hacer las cosas bien, no había cabida a “decisiones injustas” o a “torcidos” que le pedían hacer; no era una fanática ni podía ser acusada de descuidar sus oficios; sin embargo recibía burlas hasta por expresiones que solía decir: “Si Dios quiere”, “Dios los bendiga”. En esta realidad ella era invitada a perseverar en el bien y en el amor al Señor. Una persona que ha tenido una experiencia personal de encuentro con el Señor puede decir como San Pablo: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada?, como dice la Escritura: “Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como ovejas destinadas al matadero. Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8, 35-39).
Así, podemos confirmar la invitación del Señor a perseverar firmes en la fe dando testimonio de la experiencia de Dios que vivimos. Recordemos que toda circunstancia es una ocasión para descubrir que, como dice el Señor, “con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”.

27 noviembre, 2019
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La medalla de la Inmaculada Concepción , popularmente conocida como de la Milagrosa.
En 1830, un niño, quizá el ángel de la guarda, se le apareció a un hermana ( hoy Santa), CatLuba Labouré. Una novicia de las Hermanas de la Caridad y le ludió que acudiera a la Capilla. Allí conversó con María durante más de dos horas.
La Virgen estaba sobre la mitad de un globo y una esfera dorada como si estuviera ofreciéndole al cielo.
Había muchas dificultades en el mundo, sobretodo en Francia.
Había pobres, desempleados, refugiados de guerra. De los dedos de María salían rayos de luz.
En la medalla aplastaba la cabeza de una serpiente ( satanás )
María sin pecado concebida.
Que se proclamaría años más tarde.
En el reverso, 12 estrellas rodean a una M. grande de la que surge una Cruz. Debajo hay dos corazones con llamas.
Un corazón rodeado de espinas y otro atravesado por una espada.
Las 12 estrellas representan a la Iglesia alrededor de su corona.
Los dos corazones el amor de Jedus y María por nosotros.
Quien la lleve puesta, esta Medalla, recibirá grandes gracias, sobre todo si la llevan al cuello.
Las primeras medallas se crearon en 1832 y se distribuyeron por el país.
Las gracias empezaron a dar: salud, paz, prosperidad.
Su capilla está ubicada en París.
María le pidió que las llevase a su confesor.
La Virgen Milagrisa había aparecido vestida de blanco.
Oh, María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos.

27 noviembre, 2019
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La llamada “Red Week” se propone concienciar sobre la persecución de cristianos en todo el mundo, pues existen datos fidedignos de que los cristianos son el grupo de fe más atacado del mundo. Catedrales, iglesias y edificios públicos en quince países se iluminarán de rojo para alzar la voz como apoyo a aquellos que padecen discriminación a causa de su religión, y que confían en sus hermanos y hermanas en Cristo para que hablen en su nombre.

Esta es una iniciativa de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), una organización católica dedicada al apoyo de los cristianos que sufren y son perseguidos. A partir del 20 de noviembre, los actos se vienen sucediendo en cuatro continentes, comenzando por Australia con la iluminación de siete catedrales, incluidas las de Sídney y Melbourne.

El punto culminante será el 27 de noviembre, cuando miles de edificios de todo el mundo ( Madrid, Barcelona, Londres, Ámsterdam, Lisboa, Praga y Washington D.C. ) se unirán al llamado Red Wednesday (Miércoles Rojo).

Este año, por primera vez, la iniciativa llegará también a nuestra parroquia gracias a la iluminación exterior artística del templo de Santa Cruz que está a punto de cumplir un año que nos permite iluminarla de distintos colores.

En todo el mundo, aproximadamente 300 millones de cristianos viven en un entorno en el que sufren una persecución violenta, donde son discriminados y  se les impide practicar libremente su fe.

En la edición de octubre de 2019 del informe bienal de ACN sobre la persecución cristiana “¿Perseguidos y olvidados?”, se evalúa la naturaleza de las amenazas a los cristianos y las causas subyacentes. Dado el número de personas afectadas, la gravedad de los actos perpetrados y su impacto, no sólo son los cristianos el grupo más perseguido, sino que, además, cada vez hay más creyentes que sufren las peores formas de persecución.

Invitamos a todos los feligreses a que no se quede esta iniciativa en un simple gesto externo si no que vaya acompañado de nuestra oración por aquellos que arriesgan su vida en todo el mundo por confesar a Cristo.

¡Recemos por los Cristianos perseguidos!

27 noviembre, 2019
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