El pasado domingo 5 de octubre, la Iglesia nueva de Santa Cruz se llenó de emoción, colorido y profunda devoción para celebrar la Misa solemne en honor de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela. Fue una jornada especial, vivida con un espíritu de fe, alegría y unidad, en la que la comunidad parroquial quiso rendir homenaje a la Madre de Dios bajo esta advocación tan querida por los venezolanos.
Una celebración llena de fe y comunidad
Desde primeras horas de la mañana, los fieles comenzaron a llegar al templo con flores, banderas y vestimentas típicas, expresión del amor y la gratitud hacia la Virgen. El ambiente era de fiesta y de familia. Muchos se reencontraban con compatriotas y amigos en una celebración que, año tras año, se ha convertido en una cita esperada y profundamente sentida.
La Eucaristía fue presidida por nuestro párroco, D. José Carlos Alonso, quien, ante un templo completamente lleno, recordó en su homilía la importancia de vivir y cuidar la fe católica como parte esencial de la identidad personal y comunitaria. Invitó a todos los fieles, especialmente a la comunidad venezolana, a ser misioneros de la esperanza y del Evangelio, testigos vivos en medio de una sociedad que necesita reencontrarse con Dios.
“La fe que os ha mantenido unidos como pueblo también puede ayudar a renovar nuestra sociedad”, subrayó, recordando las palabras del Papa Francisco cuando llama a ser una ‘Iglesia viva y en salida’, comprometida con el mundo y atenta a las necesidades de los hermanos.
Una parroquia que refleja la universalidad de la Iglesia
Durante la celebración, D. José Carlos también dirigió un mensaje a todos los fieles de otras nacionalidades que forman parte de la Unidad Pastoral Liáns–Perillo–Nos–Dorneda, invitándolos a organizar celebraciones similares en honor a los patronos de sus respectivos países.
Cada domingo, la parroquia acoge a creyentes de Argentina, Nicaragua, Guatemala, Colombia, Bolivia, Francia, Estados Unidos y muchos otros lugares. La diversidad cultural y espiritual que se vive en Santa Cruz es una muestra palpable de la universalidad de la Iglesia Católica, donde todos, sin distinción, se reconocen como hijos de un mismo Padre y hermanos en la fe.
Presencia de los beatos venezolanos y comienzo del nuevo curso pastoral
En esta ocasión, la celebración tuvo un significado aún más especial por la presencia espiritual de los beatos venezolanos José Gregorio Hernández y Carmen Rendueles, que serán canonizados por el Papa León XIV el próximo 25 de octubre en Roma. Durante la misa, se oró especialmente por el pueblo venezolano, por sus familias dentro y fuera del país, y por todos los migrantes que encuentran en la fe un refugio de esperanza y consuelo.
Como cada año, esta fiesta marca también el inicio del Curso Pastoral en nuestra Unidad Pastoral (UPA). Un tiempo para renovar el compromiso de seguir construyendo comunidad desde la oración, la formación y la caridad, caminando juntos en la misión que el Señor confía a su Iglesia.
Una devoción que traspasa fronteras
La imagen de la Virgen de Coromoto, adornada con flores y luces, presidió la celebración desde el altar mayor. Al final de la misa, los fieles entonaron el himno dedicado a la Patrona de Venezuela, entre aplausos, lágrimas y gestos de profunda emoción. Fue un momento de comunión en el que se sintió con fuerza la presencia maternal de María, protectora de los que caminan lejos de su tierra y guía de todos los que buscan a su Hijo, Jesús.
La jornada concluyó con una convivencia fraterna en el atrio de la iglesia, donde no faltaron los abrazos, las fotos y los cantos tradicionales. La fe compartida se transformó en un puente entre culturas, uniendo a todos bajo el manto de la Virgen.
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La historia de la Virgen de Coromoto
La devoción a Nuestra Señora de Coromoto tiene su origen en el siglo XVII, en el corazón de Venezuela, y constituye uno de los testimonios marianos más hermosos de América Latina.
En el año 1652, la Virgen María se apareció al cacique Coromoto, jefe de la tribu de los cospes, en las cercanías de la actual ciudad de Guanare. En aquel tiempo, los misioneros españoles predicaban el Evangelio entre los pueblos indígenas, pero muchos de ellos se resistían a recibir el bautismo.
Una tarde, mientras el cacique caminaba junto al río Tucupido con su esposa, se le apareció una Señora de extraordinaria belleza, rodeada de luz, que le dijo con ternura:
“Anda donde los blancos para que te echen el agua y puedan ir al cielo.”
El cacique, impresionado, contó la visión a su pueblo, y muchos aceptaron la invitación al bautismo. Sin embargo, con el paso del tiempo, Coromoto volvió a su antigua vida y se alejó de la fe. Entonces, la Virgen volvió a aparecerse en su choza, llamándolo de nuevo a la conversión. El cacique, movido por el miedo, intentó atraparla, pero la Señora desapareció dejando en su mano una pequeña imagen impresa en una hoja, de apenas 2,5 centímetros.
Aquella imagen, considerada milagrosa, se conserva hoy en el Santuario Nacional de Nuestra Señora de Coromoto en Guanare, y ha sido objeto de veneración por siglos. En 1942, el Papa Pío XII la proclamó Patrona de Venezuela, y en 1950 fue coronada canónicamente. Su fiesta se celebra cada 11 de septiembre, día en que los venezolanos renuevan su consagración a la Madre de Dios.
La Virgen de Coromoto es símbolo de reconciliación, unidad y esperanza, una Madre que sigue acompañando a su pueblo y que, desde tierras gallegas, continúa reuniendo a hijos de muchas naciones bajo su manto protector.
¡Virgen de Coromoto, ruega por nosotros