Este martes 16 de julio, la Iglesia celebra la festividad de Nuestra Señora del Carmen, una de las advocaciones marianas más queridas por los fieles. En la Iglesia nueva de Santa Cruz y en el templo parroquial de Santa Leocadia de Perillo, se celebrarán misas en su honor, recordando no solo su maternal cercanía, sino también una de las devociones más extendidas entre el pueblo cristiano: el escapulario del Carmen.
Una prenda, una promesa
El escapulario de la Virgen del Carmen no es solo una pieza de tela, sino un sacramental, es decir, un signo sagrado que, al igual que el agua bendita o el rosario, dispone al alma para recibir la gracia de Dios. Su origen se remonta al 16 de julio de 1251, cuando la Virgen se apareció a San Simón Stock, superior general de los Carmelitas, prometiéndole: “El que muera con él no padecerá el fuego eterno”.
Esta promesa, acogida con fervor por generaciones, fue destacada por el Papa Pío XII, quien afirmó que no se trata de un “asunto de poca importancia”, sino de un verdadero camino hacia la vida eterna. A esta devoción se asocia también el llamado privilegio sabatino: la tradición enseña que María liberará del Purgatorio a quienes mueran llevando el escapulario, preferentemente el sábado siguiente a su muerte.
Una señal visible del discipulado
El escapulario, que cuelga sobre el pecho y la espalda a modo de pequeño hábito, simboliza el yugo de Cristo, que la Virgen nos ayuda a llevar. Al recibirlo, el cristiano se compromete a una vida de oración, devoción mariana y fidelidad al Evangelio. Como explicó el carmelita P. Miceal O’Neill, esta devoción popular “se convirtió en muy importante para muchas personas” a lo largo de los siglos, extendiéndose incluso a otras órdenes religiosas y laicos.
Un gesto que une al corazón carmelita
La imposición del escapulario se realiza mediante una breve oración y bendición hecha por un sacerdote. A partir de ese momento, quien lo recibe queda vinculado espiritualmente a la familia carmelita, compartiendo su espiritualidad y confiando en la protección de la Virgen.
San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, expresó en varias ocasiones su cariño por esta devoción: “Lleva sobre tu pecho el santo escapulario del Carmen. Pocas devociones tienen tanto arraigo entre los fieles y tantas bendiciones de los Pontífices” (Camino, 500).
Más que un amuleto, una forma de vivir
Llevar el escapulario no es simplemente un acto externo o supersticioso. Es, en palabras de la tradición carmelita, un signo de que María está junto a ti, especialmente en los momentos de lucha espiritual, enfermedad o muerte. Como decía San Josemaría: “No estás solo: María está junto a ti” (Camino, 900).
En esta festividad, muchos fieles aprovecharán para renovar su consagración a la Virgen del Carmen o recibir por primera vez el escapulario, signo visible de una fe confiada y comprometida.
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Para quienes deseen recibir el escapulario, se recomienda acudir a las celebraciones en las parroquias mencionadas, donde será posible pedir su imposición como parte de las misas del 16 de julio. Una oportunidad para acercarse más a María, Madre de la Iglesia, que nunca deja solos a sus hijos.
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¡Virgen del Carmen, ruega por nosotros!