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enero 2020

Todos, y especialmente las jóvenes, buscan la exigencia más de lo que pensamos, porque buscan la felicidad verdadera. Tienen deseos de santidad aunque la llamen de otra manera; anhelan encontrar una causa a la cual entregar toda su capacidad de donación y de entusiasmo, y nosotros podemos presentarles el camino para realizarla dentro de la familia religiosa a la que Dios le ha llamado.

Os animamos a los cristianos a vivir la parroquia desde dentro. A la iglesia debemos ir a participar, no de forma pasiva, porque lamentablemente nos hemos acostumbrado a que nos lo den todo hecho. Los cristianos tenemos que ser coherentes con nuestra fe y eso implica compromiso y participación. Me gustaría animar a esa gente que está en sus casas a que acudan a su parroquia porque seguro que van a encontrar gente con la que compartir vivencias importantes y se van a sentir mucho más realizados.

Muchas de las iniciativas que ofrece la parroquia son precisamente de formación y diálogo sobre temas de actualidad socio-religiosas. Rezo en Nueva York es una de ellas, destinada a mujeres sea cual sea su “condición religiosa”. El viernes 31 de enero a las 20:00 hh y durante una hora abordaremos un tema con un sencillo esquema: 30 minutos de exposición y 30 de diálogo al tiempo que compartimos un sencillo ágape.

El edificio de la vida espiritual se construye paso a paso, a través de la oración los sacramentos y la formación tan necesaria en los tiempos que corren. Todas estas acciones sumadas a un acompañamiento espiritual contribuyen a tomar conciencia de la grave responsabilidad de lograr que los fieles se comprometan cada vez más con su proyecto de vida, y que se vaya notando progreso entre dirección espiritual y dirección espiritual.

Lugar: Salón Parroquial Santa Cruz
Día: Viernes 31 de enero
Hora: 20:00 hh.

31 enero, 2020
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Exposición

Estar en presencia del Santísimo es un acto de intimidad que a través de la oración se profundiza en la amistad con Dios. Es un momento de trato personal que nos permitirá profundizar en nuestra relación con el Señor, de responder ante Él de nuestros propósitos y de corresponder al amor de Dios.

Cada semana invitamos a responder a la invitación que nos hace el Señor a estar con Él en este tiempo del día, donde intentaremos hacer silencio, calmar inquietudes y preocupaciones para que el corazón esté abierto y disponible a escuchar la voz de Dios. Queremos escuchar la petición que hace Jesús a sus discípulos: pedid al Dueño de la mies, al Señor de la Iglesia, que mande obreros a su mies, apóstoles y ministros que se consagren totalmente a hacer presente su Corazón de Buen Pastor en medio del mundo y de un modo especial a favor de los jóvenes de nuestras parroquias

La vocación es un don divino. Es Él quien llama, escogiendo a algunos para que le sigan más de cerca y sean sus ministros y testigos. A pesar de que en estos momentos en muchos países la crisis vocacional es profunda, el Señor sigue llamando. En nuestra parroquia han sido cuatro los jóvenes que en los últimos años han decidido entregarse al Señor pero tenemos que rezar a diario por su santidad y perseverancia.

Pero nuestra Diócesis esta necesitada de vocaciones. Por ello, nuestra primera obligación, desde las familias, las parroquias, los movimientos, grupos apostólicos y comunidades religiosas, es orar incesantemente para que la iniciativa divina encuentre acogida en el corazón de nuestros jóvenes, de forma que sean muchos los que se decidan a arriesgar su vida y entregarla al Señor para colaborar con Él en su obra de salvación.

¡Únete a nuestra oración cada jueves en la Exposición!

Lugar: Iglesia nueva de Santa Cruz
Día: Jueves
Hora: 19:30 hh.

30 enero, 2020
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Lectura del Santo Evangelio según San Marcos 4,21-25

Les decía también: «¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga.» Les decía también: «Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.»

Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Meditación
Ser lámparas que iluminen con la luz que recibimos del Señor, es la invitación. El Señor es la luz que guía nuestros pasos y confía que el testimonio de nuestras vidas haga resplandecer la vida de Dios en nosotros, como decía santa Catalina de Siena: “si eres lo que debes ser, prenderás fuego al mundo entero”. Irradiar la luz de Cristo con la coherencia de nuestra vida, caminar firmes y poner en todo la medida de la caridad.

Dice el Papa Francisco: “Creer en Cristo por tanto, es aceptar en nosotros su luz y a la vez comunicar con nuestras palabras y nuestras obras esa misma luz a toda la humanidad que anda a oscuras. Por eso cabría preguntarnos si somos nosotros luz que ilumina a los demás con nuestro testimonio en saber escuchar a los demás, en perdonarles cuando nos han ofendido, en prestarles nuestra ayuda cuando lo necesiten, o por el contrario somos malos conductores de la luz de Cristo”.

Recordemos que ayer recibíamos la invitación a ser tierra dispuesta para que la semilla de la Palabra de Dios germine, crezca y dé fruto abundante. Cuando acogemos la Palabra de Dios y la enlazamos la vida se ilumina nuestra existencia; adquirimos discernimiento, sabiduría y fortaleza, comprendemos los criterios de Jesús y nos adherimos al proyecto del Reino. Se cumple, entonces, lo que dice el salmo 118: “lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero”.

La experiencia de fe no es algo intimista o reducido a lo privado; la vida cristiana no se puede esconder porque debemos transparentar la gracia que hemos recibido. La conciencia de lo que Dios ha hecho en nuestra vida merece ser apreciada por los demás; sería contradictorio profesar con nuestros labios que creemos en el Señor y que nuestro comportamiento no sea el de un auténtico hijo de Dios; que brille la luz del testimonio de nuestra fe. No nos avergoncemos de confesar lo que somos y a quien servimos: “la luz no se debe esconder”.

Hoy podemos pedirle al Señor que nos dé sabiduría y valor para optar con plena libertad y voluntad por el camino que él nos propone; pidámosle que nos ayude a apartarnos de la soberbia, del orgullo, del egoísmo, de la indiferencia y de la falta de caridad. Así podremos perseverar en el camino de la luz y la verdad.

30 enero, 2020
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Los siete domingos previos a la Fiesta de San José (19 de marzo), siguiendo una antigua tradición, se dedican a recordar los dolores y gozos de la vida del esposo de María.

Los cristianos siempre han visto en san José un ejemplo de entrega y de fe en Dios y podemos considerarlo maestro de oración. Fue él, después de la Virgen, quien más de cerca trató al Niño Dios, quien tuvo con él el trato más amable y sencillo.

Cada domingo,  antes de la celebración de la misa de 11:30 hh. los contemplaremos implorando su intercesión:

•    1er. domingo (2 de febrero). Dolor: cuando estaba dispuesto a repudiar a su inmaculada esposa. Gozo: cuando el ángel le reveló el sublime misterio de la encarnación.

•    2º domingo (9 de febrero). Dolor: al ver nacer al Niño Jesús en la pobreza. Gozo: al escuchar la armonía del coro de los ángeles y observar la gloria de esa noche.

•    3er. domingo (16 de febrero). Dolor: cuando la sangre del Niños Salvador fue derramada en su circuncisión. Gozo: la alegría dada con el nombre de Jesús.

•    4º domingo (23 de febrero). Dolor: la profecía de Simeón, al predecir los sufrimientos de Jesús y María.  Gozo: la predicción de la salvación y gloriosa resurrección de innumerables almas.

•    5º domingo (1 de marzo). Dolor: en su afán de educar y servir al Hijo del Altísimo, especialmente en el viaje a Egipto. Gozo: al tener siempre con él a Dios mismo, y viendo la caída de los ídolos de Egipto.

•    6º domingo (8 de marzo). Dolor: a regresar a Nazaret por el miedo a Arquelao. Gozo: al regresar con Jesús de Egipto a Nazaret y la confianza establecida por el ángel.

•    7º domingo (15 de marzo). Dolor: cuando sin culpa pierde a Jesús, y lo busca con angustia por tres días. Gozo: al encontrarlo en medio de los doctores en el Templo.

Lugar: Iglesia nueva de Santa Cruz
Día: Domingos del 2 de febrero al 15 de marzo
Hora: 11:15 hh.

29 enero, 2020
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Lectura del santo Evangelio según San Marcos 4,1-20

Y otra vez se puso a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción:

«Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento.» Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que oiga.»

Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Meditación
Sentado en una barca, Jesús enseña a la multitud que le gusta oírlo; él habla con autoridad desde la vida y para la vida. No enseña verdades abstractas, no hace de la espiritualidad una teoría; las realidades espirituales y el Reino de Dios lo presenta desde la cotidianidad de la gente acercando el plan de Salvación a todos e invitando a una respuesta generosa. Su enseñanza es clara, profunda y exigente.

La parábola de la semilla retrata la vida de los campesinos y viene presentada para que cada uno de los oyentes trate de entender, desde la experiencia, el querer de Dios; el oyente debe ponerse en camino, inquietándose desde dentro y saliendo en búsqueda del sentido. Por esto, la Palabra de Jesús es dinámica e invita a la participación; abre el oído, cuestiona e invita a pensar en y desde la vida.

“Como Jesús mismo explica a sus discípulos, comenta el Papa Francisco, este sembrador representa al Padre, que esparce abundantemente la semilla de su Palabra. La semilla, sin embargo, se encuentra a menudo con la aridez de nuestro corazón, e incluso cuando es acogida corre el riesgo de permanecer estéril. Con el don de fortaleza, en cambio, el Espíritu Santo libera el terreno de nuestro corazón, lo libera de la tibieza, de las incertidumbres y de todos los temores que pueden frenarlo, de modo que la Palabra del Señor se ponga en práctica, de manera auténtica y gozosa. Es una gran ayuda este don de fortaleza, nos da fuerza y nos libera también de muchos impedimentos”.

El Evangelio de hoy interpela la autenticidad de nuestro ser como discípulos de Cristo. Podríamos parecer muy “religiosos” y hasta decir que creemos, pero no estar dispuestos para acoger la semilla de su Palabra y cooperar en su crecimiento. La inconstancia, la confusión en las prioridades, las búsquedas de nuestros “quereres” por encima de la voluntad de Dios, la incoherencia, la indiferencia y el acostumbrarnos a la Palabra, hacen parte de esas realidades que impiden conformar nuestro ser con el ser de Cristo y caminar en él. ¿Busco la voluntad de Dios en mi vida personal, en mi familia, en mi trabajo, en los asuntos que se me confían? Seamos tierra dispuesta en la que la Semilla de la Palabra de Dios crezca y produzca frutos abundantes.

29 enero, 2020
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Filósofo, Teólogo.
Patrono de las universidades y escuelas católica.
Perteneciente la Orden de Predicadores.
Principal representante de la enseñanza escolástica.
Una de las mayores figura de la Teología sistemática.
Nació en Roccasecca ( Italia ), en 1228.
Falleció en la abadía de Fossanova ( Italia ) en el año 1274.
Principal Santuario: Convento de los Jacobinos de Toulouse.
Apodo : Doctor Angélico.
Doctor de la Iglesia por Pio V , en el año 1567.
Atributos: Hábito dominico, libro…
Sus obras más conocidas ; Summa contra gentiles.
Una teoría de derecho que sería consultada posteriormente.
Nació en una familia noble.
Cumplidos los 5 años comenzó las primeras enseñanzas en la abadía de Montecasino.
Aprendió gramática, moral, música, religión hasta que en 1239, el emperador Federico II decretó la expulsión de los frailes.
El continuó sus estudios en la universidad de Nápoles.
Con 19 años ingresó en la Orden dominicana. Esto no le agradó a su familia que hicieron lo imposible por impedirlo .
En 1244 ingresó definitivamente pues se sentía atraído por su vida austera.
Incluso sus hermanos llegaron a secuestrar lo pues no estaban conformes.
Logró escapar y se trasladó a París.
En este tiempo que habia estado secuestrado, memoriza la Biblia y otros libros.
La universidad de Paris, es ideal para él.
Llegó a secretario del rey Luis IX .
Tuvo a grandes maestros como a Alberto Magno quien lo llevó a Colonia, allí es ordenado sacerdote.
Terminada su misión en Francia y regresa a Nápoles donde es recibido como in rey; ve a su familia, amigo.
El propio papa lo invita al concilio de Lyon II pero en el camino cae gravemente enfermo y fallece en la abadía.
Fue uno de los escritores más profundo de toda la Historia.

28 enero, 2020
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El domingo 26 de enero, la Iglesia celebra el día de la Infancia Misionera, una obra del Papa que promueve la ayuda recíproca entre los niños del mundo. Esta institución de la Iglesia forma una red de solidaridad misionera universal cuyos principales protagonistas son los niños, como agentes, donantes y receptores de la tarea misionera.

Infancia Misionera fomenta actividades misioneras en colegios y catequesis con las que educar a los niños en la fe y la solidaridad con la misión. También invita a los niños a colaborar personalmente con sus ahorros para los niños de las misiones. Los niños ayudan a los niños.

En las parroquias de la Unidad pastoral nos hacemos eco con toda la Iglesia de esta invitación y animamos a todos los niños a hacer propio este proyecto. Porque los niños son capaces de Dios, y lo son desde su más temprana edad. Desde esta capacidad de conocer y encontrar a Dios en sus vidas, nace otra capacidad intrínseca: los niños son capaces de la misión. Despertar el sentido misionero en los niños es primordial, ya que, desde que recibimos el bautismo, todos somos misioneros.

La misión hace que crezca en los niños un espíritu de amor al prójimo, de generosidad, solidaridad y entrega que les acompañará para toda la vida.

26 enero, 2020
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Desde el pasado 18 de enero la Iglesia – y nuestras parroquias con ella- hemos estado rezando especialmente por sus miembros y por todos los que creemos en Cristo. Hoy, con la Fiesta de la Conversión de San Pablo, clausuramos esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que debe ayudar al pueblo cristiano a renovar su compromiso a favor de la unidad y a intensificar las iniciativas comunes en el camino hacia la perfecta comunión de todos los discípulos de Cristo.

Este año el lema propuesto por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos y la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias es el de ‘Nos mos­traron una humanidad poco co­mún’, que como explican los obis­pos de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesiona­les de la Conferencia Epis­copal Española, está inspira­do en la narración de la tempes­tad que sufrió la nave que lle­vaba a san Pablo a Roma con algunos prisioneros y que acabaron socorridos en Malta con verdadera humanidad por los nativos de la isla y por Publio, que acogió en su propia casa a los náufragos.

Un relato, según los obispos españoles, “de gran actualidad si pensamos en las travesías de los emigrantes y refugiados en busca de puerto seguro en el Mediterráneo”.

25 enero, 2020
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Tarde te amé, oh Belleza siempre antigua, siempre nueva. Tarde te amé”, dijo San Agustín. Este gran Santo es uno de los 36  doctores de la Iglesia y es patrón de “los que buscan a Dios”.

En la Cerveza Mística de este mes abordamos el tema de la Conversión acercándonos a la figura de Jackes Fesch, un ladrón y asesino confeso, condenado a muerte y ejecutado que se convirtió en la cárcel.

Un proceso de canonización histórico y arriesgado

JACQUES FESCH, LADRÓN Y ASESINO CONVERTIDO EN LA CÁRCEL

Creo que se puede considerar un proceso de Canonización histórico y arriesgado el que ha concluido recientemente, en su fase diocesana, en París. El motivo de considerarlo así es por las circunstancias concretas de la persona a la que se refiere, que no fue ni clérigo ni religioso ni laico muy implicado en las cosas de Dios y de la Iglesia, sino todo lo contrario. Se trata del francés Jacques Fesch, de 27 años, guillotinado en París, en la madrugada del 1º de octubre de 1957, por haber matado a un policía durante un robo. Claro está que por tales méritos no se canoniza a nadie, pero detrás de estos hechos, reales sin duda, hay una persona que en la cárcel se convirtió, reconoció su culpa y buscó la amistad con Dios.

Lo de arriesgado va porque según la praxis de la Congregación para las Causas de los Santos, en el Vaticano, tomada a su vez de la doctrina de Benedicto XIV, el gran maestro de este tipo de Causas, para probar la heroicidad de virtudes de un adulto hace falta probar su ejercicio virtuoso extraordinario en los diez últimos años de su vida. Lo cual en el caso que nos ocupa sería totalmente imposible y más bien la cosa se reduce a un par de años. Ciertamente la norma que da Benedicto XIV no se lleva a rajatabla, se mira cada caso concreto, por lo que la pregunta es ¿Fue la conversión de Jacques Fesch tan fuerte y arrolladora que se pueda considerar un ejemplo de virtudes para el pueblo de Dios? Eso ahora está en manos de los teólogos del Vaticano. Conociendo bien a dichos teólogos -a la mayoría personalmente- me parece que la cosa no va a ser fácil. Aunque tampoco parece imposible.

Hijo del director de un banco que apenas se ocupaba de sus hijos, su padre era de origen belga, artista y ateo, distante de su hijo e infiel a su esposa, de quien en última instancia se divorció. Jacques, su hijo, era un ocioso; educado como católico, abandonó la religión a la edad de 17 años. A los 21 años, se casó con su novia embarazada, Pierrette, en una ceremonia civil. El padre de ella le consiguió un puesto en su banco, viviendo la vida de un playboy. Dejó a su esposa y su hija y fue padre de un hijo ilegítimo con otra mujer. Desilusionado con su vida, soñaba con escapar a navegar alrededor del Pacífico Sur, pero sus padres se negaron a pagarle un barco.

El crimen ocurrió el 25 de febrero de 1954: Para financiar la compra de su barco, fue a robar a Alexandre Sylberstein, un cambista, unas monedas de oro. Sylberstein fue golpeado, pero aún consciente, logró dar la alarma. Fesch huyó, perdiendo sus gafas. Durante la huida disparó contra Jean Vergne, un oficial de policía que le perseguía, matándole. Minutos más tarde fue detenido. Asesinar a un oficial de policía era un crimen atroz y la opinión pública, inflamada por los informes de prensa, se manifestó decididamente a favor de su ejecución. La Cour d’Assises de París lo condenó a muerte el 6 de abril de 1957.

Al principio a Fesch le era indiferente su situación y se burló de la fe católica de su abogado. Pasó tres años y medio preso en un pabellón de máxima seguridad y en ese tiempo, vivió una profunda transformación espiritual, que se evidenció en sus diálogos y su conducta y quedó registrada en el diario que escribió hasta horas antes de morir.

Un año después de estar en prisión, escribió a su pequeña hija: “Hace tres días que he recuperado la fe… Por segunda vez en mi vida caen las escamas de mis ojos y percibo la misericordia de Dios”. Inició entonces un itinerario espiritual que puede seguirse por sus cartas, con una encendida devoción a la Virgen María y un especial afecto por Santa Teresita del Niño Jesús. En la cárcel buscó mejorar su relación con su mujer y su padre, y acercarlos a la fe. Un mes antes de morir, escribió: “El Señor sigue colmándome de dones y siento mi corazón desbordante de amor, y los labios de acciones de gracias”.

Fue dos meses antes de su muerte, cuando comenzó a escribir este diario espiritual, dirigido a su hija, en el que narra su fulgurante conversión en la cárcel, después de una juventud despreocupada. Fue entre las rejas cuando se produjo su acercamiento a Dios y escribió sobre el consuelo y la alegría que recibía en la oración, pero también cuenta sus momentos de angustia ante la cercanía de la muerte.

Las páginas de Fesch son un relato de su arrepentimiento, pero también un ejemplo de fe y de esperanza en la misericordia divina. Ahora que la pena de muerte está en retroceso en el mundo, “Dentro de cinco horas veré a Jesús” constituye una muestra de los profundos cambios que puede experimentar un hombre. También revela que, incluso ante la perspectiva de la guillotina, la fe ayuda a no perder la esperanza de lo esencial: “un mal cuarto de hora ante toda la eternidad”, dice Fesch..

“Es necesario rezar sin cesar”, “no tengo miedo de morir sino miedo de no morir cristianamente”, “la vida es, a pesar de todo, una gran bendición”, fue escribiendo Fesch en su diario, a medida que se aproximaba el día de la ejecución. El mismo día de la ejecución escribía: “El corazón salta de mi pecho. Virgen Santísima, ten piedad de mí. Sin embargo, creo que con un poco de voluntad llegaré a superar esta angustia, pero ¡cuánto sufro de todos modos! (…) Creo que voy a interrumpir este diario, pues oigo unos ruidos inquietantes. ¡Con tal de que resista el golpe…! Ayúdame, Virgen Santísima. Adiós a todos y que el Señor os bendiga”.

En 1993, el arzobispo de París, cardenal Jean-Marie Lustiger, expresó al diario Le Figaro su intención de comenzar proceso de Canonización. “Espero -dijo- que Jacques Fesch sea considerado un día como ejemplo de santidad.” Dios no canoniza el pecado, precisó, sino el arrepentimiento, así “nadie puede sentirse excluido de su amor”. Dicho proceso comenzó en la diócesis parisina y, como hemos dicho, camina a buen ritmo, ya ha llegado a Roma. El 2 de diciembre de 2009, Monique, la hermana de Jacques, acompañada del biógrafo Ruggiero Francavilla, mostró a Benedicto XVI las cartas que su hermano escribió en la cárcel. “Yo fui su madrina de bautismo y visitándole en la cárcel, seguí de cerca su extraordinaria conversión”, explicó Monique, ocho años mayor que Jacques.

El testimonio de arrepentimiento y conversión de este joven criminal es sin duda hermoso, consecuencia de la infinita misericordia de Dios, que busca con amor a la oveja descarriada. Por otro lado, como doctores tiene la Iglesia, si Jacques Fesch merece o no llegar a los altares, ellos lo dirán.

Alberto Royo Mejía, sacerdote de la diócesis de Getafe (Madrid.

 

24 enero, 2020
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