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Confinados pero no paralizados

by santaeulalia

La emergencia de la alerta sanitaria producida por la crisis del coronavirus obliga, por sentido de responsabilidad, a que permanezcamos en nuestros hogares y no salgamos, a no ser que sea estrictamente necesario.

La parroquia no puede menos que secundar todas estas indicaciones pero esto no significa que tengamos que quedar paralizados ante esta pandemia.

Nuestra primera obligación como cristianos, en estos días de zozobra, es rezar. Debemos volver nuestra mirada a Dios, Padre nuestro, para pedir por los enfermos y por los que han muerto a causa de este virus; rogar por todo el personal sanitario que está en la trinchera de esta batalla contra la enfermedad, además de implorar que aparte de nosotros este mal y nos conceda salud para que podamos vivir una vida en paz.

Diariamente seguimos ofreciendo la Eucaristía, rezando por el pueblo de Dios. Aunque no podamos reunirnos físicamente todos – como nos recuerdan nuestros obispos en la nota que publicaron ante esta emergencia sanitaria -seguimos siendo comunidad, parroquia, Iglesia de Dios.

Más aún. En la parroquia hemos “sacado” a Jesús Sacramentado del templo para que bendiga a nuestro pueblo, a todas y cada una de las familias, implorando su protección y auxilio. La dimensión dolorosa de esta situación hace que insistamos en la Pasión y Resurrección de Cristo como fuente de auténtica esperanza.

Es cierto que los templos de toda nuestra diócesis están cerrados para impedir así, con ello, la expansión del virus tal y como recomiendan las autoridades. Pero en palabras de San Pablo a Timoteo: “ Debemos insistir a tiempo y a destiempo” y como Jesús nos enseña en el evangelio, en casa debemos rezar: “Cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.” Mt 6,6

Pero como siempre se ha dicho que “A Dios rogando y con el mazo dando”, la Iglesia, en estos momentos, no puede olvidarse de los más frágiles y necesitados, de los mayores y los que están solos.

Por eso un grupo de voluntarios se ha ofrecido para colaborar con aquellos que no puedan salir de sus hogares por razones de edad o salud y necesiten realizar compra durante estos días de confinamiento. Pensamos especialmente en nuestros mayores que viven solos. Para ello no duden en ponerse en contacto en el teléfono móvil de la parroquia para poder así intentar solucionar cualquier carencia.

Somos la gran familia de los hijos de Dios y es en estos momentos cuando el mandamiento nuevo que nos insta a amarnos unos a otros ha de encontrar concreción.

Con todo cariño, os bendice vuestro párroco.

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