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Evangelio del miércoles, 20 de noviembre de 2019

by santaeulalia

Lectura del Santo Evangelio según san Lucas 19, 11-28

En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén, y se pensaba que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro. Dijo, pues: -«Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: “Negociad mientras vuelvo”. Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras él una embajada para informar: “No queremos que él sea nuestro rey”. Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: “Señor, tu onza ha producido diez”.

Él le contestó: “Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades”. El segundo llegó y dijo: “Tu onza, señor, ha producido cinco”. A ése le dijo también: “Pues toma tú el mando de cinco ciudades”. El otro llegó y dijo: “Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo, porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras”. Él le contestó: “Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses”. Entonces dijo a los presentes: “Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez”. Le replicaron: “Señor, si ya tiene diez onzas”. “Os digo: ‘Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.’ Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia”». Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Meditación

El texto de hoy nos presenta la parábola de los talentos en la que Jesús presenta que toda persona recibe de Dios dones, cualidades, talentos para ponerlos al servicio de los demás; al ir cerrando el año litúrgico este texto nos orienta en la realización de un balance que permita ver los frutos que hemos producido.

En la parábola, el hombre que ha confiado sus diez onzas de oro vuelve con el título de rey y llama a sus empleados para saber cuánto han ganado; mientras que los dos primeros le presentan el rendimiento de sus acciones, recibiendo la felicitación de su señor el último le presenta la onza que había escondido por temor porque sabía que el señor era exigente. Con las palabras de este empleado sale a relucir una imagen equivocada de Dios como un Señor severo ante el cual debe imperar el cumplimiento de la ley. Cuántas personas no han aceptado la Buena Nueva de Jesucristo y todavía tienen formada en su mente una idea de Dios como castigador y justiciero, un Dios con el que se entabla una relación no de hijos, sino de siervos que deben observar rigurosamente la ley; en esta concepción no cabe el Dios de Jesucristo que es Padre, cercano a sus hijos; el Padre que no aísla sino que atrae al hombre para encontrar la verdad de sí mismo y lo lanza a encontrarse con los demás poniendo al servicio lo mucho que se le ha confiado. Sí, el Dios que nos revela Jesucristo es Aquel que abre a la vida y al encuentro, que suscita en el corazón del creyente un deseo de crecer venciendo el encierro y el individualismo.

La conclusión nos muestra el sentido de la parábola: “Os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”. Las onzas de oro del rey son los bienes del Reino de Dios que se nos confían. La presencia del Señor en nuestra vida no nos encierra en nosotros mismos sino que nos abre a la entrega a los otros; solamente en la medida que nos damos a los demás experimentamos un verdadero crecimiento. Debemos correr el riesgo de poner al servicio de los demás nuestros talentos; de hecho constatamos en la vida diaria que solamente las actitudes de servicio, entrega, generosidad, bondad, entre otras, le dan un sentido único a la existencia. Hay que tomar el riesgo de vivir para los demás.

Terminemos la meditación del texto bíblico con el Papa Francisco: “El significado de esto es claro. El hombre de la parábola representa a Jesús, los siervos somos nosotros y los talentos son el patrimonio que el Señor nos confía. ¿Cuál es el patrimonio? Su Palabra, la Eucaristía, la fe en el Padre celeste, su perdón… en definitiva, tantas cosas, sus más preciosos bienes. Este es el patrimonio que Él nos confía. ¡No sólo para custodiar, sino para multiplicar! Mientras en el lenguaje común el término “talento” indica una notable cualidad individual – por ejemplo, talento en la música, en el deporte, etcétera –, en la parábola los talentos representan los bienes del Señor, que Él nos confía para que los hagamos rendir”.

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