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Evangelio del martes, 26 de febrero de 2019

by santaeulalia

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9,30-37

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará.» Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaúm, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?» Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.» Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mi no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús

Meditación
Jesús va de camino instruyendo a sus discípulos y les hace el segundo anuncio de su Pasión, Muerte y Resurrección. Ellos no entienden ni aceptan un Mesías sufriente que se hace siervo de los hermanos, y por eso discuten entre sí quiénes de ellos es el mayor.

Los discípulos no comprenden el anuncio de la cruz; sin embargo, no piden aclaraciones, prefieren seguir, o bien por su ignorancia o porque no quieren salir de sus esperanzas mesiánicas. Van de camino y no agudizan su oído para escuchar las palabras de Jesús porque están embotados sus corazones. También nosotros vamos de camino en nuestra vida, tenemos nuestras ilusiones y anhelos y no siempre comprendemos la voluntad de Dios. Aquí encontramos la primera enseñanza de hoy: agudizar el corazón para comprender la voluntad del Señor y así ante la cruz de cada día, tener la certeza de su auxilio y protección. Cuando vemos a Jesús que no rechaza la cruz y no se deja confundir por propuestas llamativas y pasajeras, encontramos la inspiración para no darle la espalda al plan de Dios.

Y mientras Jesús les desvela los secretos de su corazón, los discípulos están discutiendo quién es el más importante. No es el camino de la cruz; ellos, desde la mentalidad de competición, van tras el prestigio; no comprenden que es el camino del servicio el que hay que recorrer. Detengámonos en esta segunda enseñanza de hoy: la plenitud de la vida de un discípulo del Señor es el servicio. El Señor no quiere que sus discípulos se queden en los signos y milagros que han presenciado, tampoco que se sostengan en una idea errada de salvación. Él los va conduciendo por el camino, no como artistas para ser aclamados o como taumaturgos que vengan alabados; el camino es ir dando la vida, sin reservas, asumiendo la cruz, encontrando en ella la verdadera libertad. Es el camino que hacen tantos cristianos que convierten su fe en verdaderas obras de servicio, tantas veces discreto y sin publicidades. Dan la vida cada día los padres que se esfuerzan por edificar sus hijos en el valor de la vida, dan la vida los esposos que en lo ordinario de la existencia se entregan sin reserva buscando la plenitud de la familia; dan la vida los cristianos que en sus trabajos dejan la huella de Dios porque administran rectamente los asuntos que se les confían; sí, tenemos tantos testigos “de a pie” que nos estimulan para que también nosotros recorramos el camino de la vida plena que pasa por la Cruz.

Leyendo esta parte del relato de Marcos, comenta el Papa Benedicto XVI, «está claro que entre Jesús y los discípulos hay una profunda distancia interior; están, por así decirlo, en dos longitudes de onda diferentes, por lo que los discursos del Maestro no son comprendidos, o lo son solo de modo superficial. Después del segundo anuncio de la pasión, los discípulos discutían sobre quién era el más grande entre ellos, que solo los que son como ellos pueden entrar en el Reino de Dios”.

Ahora nos corresponde hacer este camino de discípulos, buscando comprender y asumir la voluntad de Dios en nuestras vidas y comprendiendo que la plenitud de nuestra vida está en convertirla en una experiencia continua de servicio.

P. John Jaime Ramírez Feria

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